La necesidad de cambiar la mentalidad es el mayor obstáculo para lograr transformaciones exitosas. La clave está en lograr un cambio individual e institucional al mismo tiempo. Cuando los empleados se abren a nuevas formas de ver lo que es posible para ellos y su organización, nunca podrán volver a tener la misma perspectiva cerrada.
Los líderes deben identificar las mentalidades limitantes y asegurarse de que los empleados no vuelvan a caer en ellas. Las mentalidades arraigadas en prácticas de gestión pasadas, se arrastran incluso hasta cuando ya han nuevas prácticas de gestión.
Las empresas deben reconocer el cambio de comportamiento necesario para lograr nuevos objetivos además de identificar si el cambio se está viendo reflejado en sus empleados. Una mentalidad muy funcional para estos procesos es cuando entre el equipo de trabajo existe una sana competencia de “ganar significa aprender más y más rápido que los demás”.
La mejor manera de ayudar a los empleados a comprometerse y cambiar, es desarrollar grupos pequeños de entre 20 y 30 empleados. El proceso incluye que el líder comparta sus historias de cambio haciendo sentir que también el empleado puede, que el equipo haga un debate para lograr autoconciencia y que expresen los comportamientos que vieron en los líderes para lograr esos cambios.
Por último, se debe llevar un control de los cambios en el pensamiento con una clara comunicación. Asegurarse de que todo el proceso sea consciente y se vea reflejado en el entorno de trabajo.